Microrrelato 1

Cristales crujen contra el suelo.

Mis ojos se abren.

No sé si es de día o de tarde.

Estoy acostada, en mi dormitorio, o quizás no.

Es mi cuarto, oscuro, pero también el de mi infancia.

Intento levantarme, pero es inútil. 

Me cuesta respirar. Algo oprime mi pecho.

El aire se torna denso.

La puerta del fondo está abierta. Una tenue claridad emana de ahí.

Escucho pasos al otro lado.

Intento gritar. De mi áspera boca no sale palabra.

Siento la fricción de mi índice contra el pulgar. Me aferro a ella.

Sombras danzan tras la luz.

Platos rayando el azulejo.

Voces distorsionadas.

—Mamá —quiero decir.

Nada. Sólo silencio.

Una figura entra.

Camina como ella.

Una sonrisa blanca se dibuja en su oscuro rostro.

Se acerca.

Siento la humedad de su aliento en mi cara.

No puede ser. Mamá murió hace años.

Pero su mano me toca.

Entonces, salto.

Me despierto y estoy en mi cama. 

En mi cuarto.

Sola.

Temblando.

La puerta está cerrada. Sin luz.

Mis dedos aún se rozan.

No queda nada del sueño. Sólo mi angustia.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *